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Arboles muertos y mucha tinta

Bomba: Una nueva dirección

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BOMBA EN EL CONTINENTE NEGRO (Bomba in a Strange land, 1931)
Autor. John Duffield (a) "Roy Rockwood"
Colección: Robin Hood (serie Bomba nº11)
Edita: Editorial Acme, Buenos Aires, 1957

Desgraciadamente los tomos cinco al diez de esta serie no los puede encontrar. Al final del cuarto tomo, Bomba salía en busca de Japazy, el mestizo que sabía algo de sus orígenes y que estaba en una ciudad abandonada en medio de la jungla. Eso mientras un volcán estallaba y hundía la Isla de los jaguares, sede central del poder de este tipo...
Seis libros después, nos topamos con Bomba viviendo con sus padres en Chicago, junto a un indio llamado Gibo (que es el típico estereotipo de indio bueno, pero miedoso y que tiene escrito comic relief en la cara) que funciona como su acompañante. ¿Qué ha pasado aquí?
Gracias al cielo, estas novelas tenían un dispositivo del que todavía no he hablado. En algún momento de los dos primeros capítulos SIEMPRE había un momento en le que el narrador detenía la acción y hacía un resumen de lo que había pasado en los libros anteriores. Lo cual era una ventaja para cualquier chico que se compraba el libro sin saber qué había pasado antes (pero un latazo para los fieles seguidores de la serie). Como mecanismo para que el lector no esuviera perdido definitivamente funciona hoy día.
Bueno, leyendo el resumen de ese libro se sabe al fin qué pasó con Bomba, cómo terminó en la selva amazónica. Resulta que fue japazy el que se lo robó a sus padres (los Bartow) como extorsión y Casson logró ubicar al niño y sacárselo, pero las cosas que pasaron (entre ellas que Casson perdiera sus facultades mentales) impidieron devolverlo. Por suerte, al final se reencuentra con ellos y así se va a vivir a Yanquilandia. Y Gibo es un indio que salvó de morir ahogado en la Isla de los Jaguares y ahora es su fiel y devoto seguidor.
El problema es esta vez que el viejo de Bomba (que parece un trotamundos de cuidado) acaba de ser capturado en Africa por caníbales. Así que Bomba ahora cambia de selva y se va derechito al continente negro a una expedición de rescate. Por supuesto sus habilidades de cazador hace que se gane la admiración de los negros porteadores de su grupo (a los que dirige Wafi, un guía parco y con los pies bien en la tierra), pero la novela discurre en una multitud de encuentros más o menos similares con animales o nativos de la zona. Tal vez el punto más interesante es que esta vez Bomba está jugando de visitante. Esta no es su selva y los peligros pueden ser similares pero no son iguales. Aunque, claro, siempre termina zafando.
Es evidente que con este libro la gente del Stratemeyer Syndicate querían seguir explotando al personaje, dándole una vuelta de tuerca que lo pusiera más a tono con Tarzan. Un Tarzan light si se quiere. Igual creo que este fue precisamente un error, porque, si algo tenía de original Bomba era su entorno: que estuviera ne la selva sudaca en vez de la africana era una gran diferencia. Poniéndolo en el entorno más típico de los tarzanidas, lo único que hizo fue convertirlo en un clon más de Lord Greystoke. O sea, la nueva dirección no era tal, sino apenas un engaño para tratar de seguir sacando jugo a algo que ya estaba bien exprimido.

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